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lunes, 6 de febrero de 2012

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Artículo destacado
Política y evidencia científica: prevención de acontecimientos adversos

Sorprende y desalienta comprobar cómo algunas decisiones políticas relacionadas con el uso de los medicamentos no toman la evidencia científica o las recomendaciones de las sociedades científicas rigurosamente elaboradas en base a ella como fundamento de sus actuaciones y perjudican potencialmente a la población que atendemos, o bien destinan recursos públicos hacia acciones de dudoso coste-efectividad (que especialmente en las circunstancias socioeconómicas actuales, es otra manera de perjudicar a los ciudadanos). Podemos citar tres ejemplos recientes y diferentes entre sí, que tienen como factor común este acontecimiento adverso:

1-   El “RealDecreto-ley 9/2011, de 19 de agosto, de medidas para la mejora de la calidad y cohesión del sistema nacional de salud, de contribución a la consolidación fiscal, y de elevación del importe máximo de los avales del Estado para 2011”, que ha establecido la prescripción por principio activo, tiene como objetivo fundamental  la contención del gasto público y está ocasionando confusión entre los profesionales (por las excepciones que establece) y, sobre todo, en los pacientes crónicos polimedicados al no haberse abordado previamente la isoapariencia de los envases, problema repetidamente advertido durante años por parte de los profesionales sanitarios y que activó la campaña “Si son iguales, que parezcan iguales” lanzada con semFYC en octubre de 2011.

2-   La incorporación a la financiación pública de nuevos fármacos anticoagulantes orales ha generado una cascada de decisiones políticas contradictorias y variables que permiten al médico de familia la indicación en unas comunidades autónomas y no en otras, poniendo en entredicho la capacidad técnica y cualificación de los profesionales que trabajan en las regiones donde se ha restringido su uso.

3-   En Baleares, una directriz política enviada por carta a todos los prescriptores ha desautorizado un informe realizado por los técnicos del propio Servicio de Salud; se desaconsejan las recomendaciones generadas en sus conclusiones sobre las indicaciones de un grupo determinado de fármacos, basadas en la mejor evidencia científica disponible a fecha de su publicación.

Estos son solo tres casos recientes… Si hablamos de prescripción de medicamentos, el sentido común y la protección de la seguridad de las personas impone que las decisiones deben ser guiadas por criterios fundamentalmente técnicos. La política es voluble, variable, laxa, a veces contradictoria y obedece a múltiples intereses. Frente a esta, la evidencia científica (aún con sus limitaciones) tiene sus reglas, es estable, nítida, transparente y debe obedecer a un único interés: disponer del mejor conocimiento en cada momento para guiar nuestras actuaciones en la adecuada atención de nuestros pacientes. Pero el mejor conocimiento, que afortunadamente evoluciona y cambia a lo largo del tiempo, no debe ser nunca moneda de cambio político, ya que de lo contrario, las personas que confían en nosotros sufrirán, sin saberlo, consecuencias evitables relacionadas con los fármacos que toman, o bien estarán expuestos inútilmente a medicamentos  con base científica insuficiente. Y parece que hay personas poco conscientes de esto.

Por lo tanto, la mejor prevención de acontecimientos adversos en política y medicamentos es exigir un comportamiento ético en la búsqueda de la evidencia científica y acto seguido, en la toma de decisiones. De hacerlo así, el primer beneficiado será siempre el enfermo (o el sano que pretendemos que no enferme).

Son malos tiempos para dejar de planificar con rigor, de no fundamentar con seriedad nuestras actuaciones o de tomar medidas meramente economicistas (a veces, las consecuencias son mucho más costosas a medio-largo plazo que el ahorro inicial a corto plazo). Y sobre todo, son malos tiempos para quebrantar la confianza que los ciudadanos y profesionales sanitarios depositamos en nuestros responsables políticos. Renovamos, por tanto, en estas líneas nuestro compromiso con la salud de las personas, sanas o enfermas y con la independencia científica frente a intereses políticos coyunturales o conflictos de intereses contrarios a la ética médica.

Es necesario que se conozca el rechazo que nos producen las decisiones que cuestionan nuestra integridad, capacidad y prestigio como médicos de familia o como sociedad científica, sea donde sea donde se produzcan los acontecimientos adversos de las políticas del medicamento. Para prevenir y denunciar estas actuaciones, somos uno.

Grupo de Trabajo de Utilización de Fármacos de la semFYC
Grupo de Trabajo de Medicina Basada en la Evidencia de la semFYC
Grupo de Trabajo de Reumatología de la semFYC
Grupo de Trabajo de Seguridad del Paciente de la semFYC

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