De: sjmirallesgis@coma.es [mailto:sjmirallesgis@coma.es]
Enviado el: vie 23/03/2012 20:37
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Asunto: Reflexiones de Enrique Gavilán
Les remito estas reflexiones aparecidas en MED-FAM porque me han
parecido interesantes.
Los procesos mentales que siguen los pacientes desde que perciben
"algo", una molestia, una señal, hasta que deciden que han de
visitarnos y hacen los planes y los actos necesarios para ello y lo
último, acudir a la hora acordada siguen un ititnerario que recuerda
la rueda del cambio de Prochaska y DiClemente. Estas líneas hablan de
la intuición como motivación.
Salva
Estimados compañeros
Muchas veces me pregunto qué es lo que trae a los pacientes a las
consultas. No me refiero al "motivo de consulta", sino a lo que les
lleva a la misma.
La conclusión a la que llego es que la mayoría de las veces es el
miedo. Miedo expresado de mil maneras diferentes y en grados que van
desde "un poco" (lo que causa una visita "por precaución") a "un poco
demasiado" (lo que suele motivar más de una visita y habitualmente a
más de un médico diferente).
Pero muchas ocasiones vienen (o vamos) por que intuyen que algo va
mal. No lo definen bien, no saben qué es exactamente, pero sienten que
algo está pasando. Es normal que muchas veces les aceche el miedo,
porque una de las posibilidades que les asoma por la cabeza es que el
origen de su dolencia sea tumoral, y probablemente haya pocos
diagnósticos que produzcan más miedo que el de un cáncer.
Y reflexiono esto porque no es lo mismo acudir por miedo que acudir
por un presentimiento. Y no es lo mismo entre otras cosas porque
nuestra reacción difiere mucho. Cuando acuden por miedo solemos tener
una actitud más conservadora; cuando acuden por intuición, solemos
querer ir más al fondo del problema para intentar llegar al origen y
poder tratarlo (cuando tiene tratamiento).
Y reflexiono esto porque a veces no es fácil diferenciar una cosa de
la otra, sobre todo cuando el que intuye algo malo siente y manifiesta
al mismo tiempo miedo por ello. Ambas cosas se suelen mezclar. Y de
ahí la complejidad de este asunto.
Y llego a estas reflexiones después de que en sólo 3,5 meses en este
nuevo cupo he llegado al diagnóstico de 4 procesos tumorales de mal
pronóstico. Casualmente todos ellos en pacientes de alrededor de 55-60
años, varones, pero sin embargo las que han intuido que algo no iba
bien eran "ellas", llámese hijas, esposas o nueras. En todos estos
casos han sido ellas las que han empujado a ellos a la consulta, ante
la reticencia inicial de ellos. ¿Qué es lo que tienen las mujeres que
suelen tener más intuición que el hombre para estas cosas?
Y me da cierto miedo, lo confieso, no saber a veces captar que detrás
de esas insistencias, esos "es que no se le quita el dolor" o "es que
sigue tosiendo", esas muecas de escepticismo ante los remedios
sintomáticos como respuesta a las quejas, hay en realidad un temor que
muchas veces es más que fundado.
Y digo todo esto porque nos jugamos mucho con detalles tan importantes
como distinguir entre el miedo desproporcionado y patológico ante
cualquier síntoma y la intuición de que algo no va bien. Y no refiero
a la posibilidad de una demanda judicial o una reclamación
administrativa, ni siquiera a la posibilidad o no de cura del proceso
de base. Me refiero a la confianza del paciente, a la propia raíz de
la relación médico-paciente.
¡Qué grandeza la de esta profesión que nos da oportunidades tan
preciosas pero a la vez tan dramáticas para la reflexión sobre la
condición humana!
Buen fin de semana a todos.
Enrique Gavilán.
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